21 de agosto de 2010

No-me-llamen

No hay mujer más sola que la que se llama Soledad. Por más acompañada que ella esté sabe que ha sido arrojada a la existencia tan solita y sola. Agradezco a mi madre haberme dado esa sabiduría de antemano.
Pero recién ahora agradezco, lo padecí en el pasado; hoy lo veo como un don. Como una ventaja frente a las que se llaman Juana.

No hay comentarios: